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Salmo 2:4 NVI

“El rey de los cielos se ríe; el SEÑOR se burla de ellos”. Salmo 2:4 NVI

¿Puedes imaginarte a Dios reírse en los cielos?

No está enojado.

No está preocupado por la economía.

No está molesto contigo.

Dios es gozo y se ríe en el trono.

Él se ríe porque sabe cuál es el fin de la historia.

Él sabe que tú y yo ganamos.

Imagínate un partido de fútbol y tú ya sabes el marcador final.

No importa qué tan atrás este el equipo en el marcador, no te vas a preocupar.

¿Por qué?

Tú sabes cuál va a ser el final.

Eso es lo que nos dice Dios el día de hoy.

Cuando la situación parezca difícil y se mire que no va a funcionar, sabemos que con Dios, estamos en el equipo ganador.

Puedes reír con Dios el día de hoy sabiendo que tienes favor, fuerza y victoria en todas las áreas de tu vida.

Amén.



Salmo 2:2-3 NVI

“Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el Señor y contra su ungido. Y dicen: ¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo!”. Salmo 2:2-3 NVI

Aquí está, de alguna manera, la misma explicación que entregáramos días atrás con relación al primer verso de este salmo.

Son los reyes de la tierra los que mayormente se rebelan contra Dios.

¿Por qué razón?

Porque ellos saben que él es el único contra el cual sus poderes no tienen ni la menor validez.

Asimismo, los gobernantes del planeta entran en diferentes confabulaciones que, ellos creen pueden afectar a Dios.

Sin embargo lo máximo que consiguen, es afectar el funcionamiento de alguna clase de iglesias, pero al Señor no llegan ni cerca.

Y todo porque el suave yugo del amor y la justicia, para esa clase de impíos, es demasiado pesado y quieren evadirlo.

No lo consiguieron, no lo consiguen; no lo conseguirán.

Amén.



Salmo 2:1-3 NVI

“¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos? Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el SEÑOR y contra su ungido. Y dicen: ¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo!”. Salmo 2:1-3 NVI

Hubo tiempos en que los destinos de las naciones eran regidos por personas que tenían un alto sentido de la responsabilidad y la ética.

Sus decisiones estaban usualmente alineadas con los preceptos morales y religiosos que Dios entregó al mundo por medio de su palabra.

En esos tiempos ser una persona noble significaba ser una persona con altos principios morales que tenían más peso que cualquier circunstancia.

En estos últimos días pocos gobiernos pueden darse el lujo de decir que actúan de acuerdo a principios cristianos.

Quienes hoy lo hacen muchas veces lo hacen obligados por las restricciones constitucionales que fueron diseñadas por estadistas que tenían un alto concepto de la moralidad y la libertad.

No te sorprenda cuando veas que las acciones de los gobiernos están altamente reñidas con la moral, la virtud y la paz.

Es la manera como el mundo y sus líderes demuestran su rebelión en contra de la autoridad de Dios.

Para quienes se oponen irresponsablemente a los planes de Dios ya hay un juicio y una sentencia establecida.

Todos los avances liberales que hoy ellos consideran victorias se convertirán en cenizas y un vago recuerdo.

Su castigo no tarda y será severo y justo.

Sus rugidos de hoy serán el llanto de mañana.

Confía en Dios y en su justicia la cual es tan segura como el sol que sale todas las mañanas.

Amén.



Salmo 2:1 NVI

“¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos?”. Salmo 2:1 NVI

La historia nos muestra con claras evidencias que, en la inmensa mayoría de los casos, las naciones (esto es: la gente) llegan a sublevarse contra las autoridades constituidas a partir de cuestiones relacionadas con la injusticia, esencialmente la de carácter social y material.

Ya de un modo más organizado y más solapado, pero tomando como argumento esto que hemos mencionado, suele existir conspiraciones que llevan a cambios gubernamentales no siempre democráticos o aprobados por todos.

Por eso que resultan muy llamativas las sublevaciones y conspiraciones que se producen dentro de la iglesia del señor, ya que si hay un ámbito (o al menos debería haberlo) donde las injusticias no son posibles, es dentro de ella.

Amén.



Salmo 1:6 NVI

“Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos, más la senda de los malos lleva a la perdición”. Salmo 1:6 NVI

Los caminos por los cuales a nuestra vida le toca transitar para llegar a su destino son muy variados.

Hay caminos anchos y caminos estrechos, caminos pavimentados y caminos de tierra o granzón, caminos rectos y caminos tortuosos, caminos llanos y caminos en pendiente, caminos largos y caminos cortos, caminos fáciles y caminos difíciles, caminos iluminados y caminos de tinieblas, caminos con compañía y caminos en soledad, caminos de alegría y caminos de dolor, caminos de verdor y caminos del desierto, caminos seguros y caminos inseguros, caminos directos y caminos extraviados, caminos mullidos y caminos rígidos, caminos del amor y caminos de odio, caminos de juventud y caminos de vejez, caminos fríos y caminos calurosos, caminos expeditos y caminos con obstáculos, caminos de ida y caminos de retorno, etcétera, etcétera, etcétera.

En todo caso, siempre estaremos en algún camino con un comienzo y un destino y aunque tengamos algunos momentos de descanso, siempre estaremos en movimiento, voluntaria o involuntariamente, hacia adelante o hacia atrás, con rapidez o con lentitud, pero siempre en movimiento.

A veces tendremos claro hacia dónde vamos y muchas otras veces no sabremos qué encontraremos a la vuelta de la esquina.

Ante tanta variedad y diversidad de posibilidades es bueno contar con un buen mapa de ruta que nos mantenga orientados para que los eventuales extravíos y distracciones que podrían hacernos desviar de nuestro norte, no representen mayores retrasos en nuestra jornada.

¿Estás claro acerca de tu destino?

¿Tienes un mapa que puedas consultar para salir de dudas en caso de extravío?

¿Te encuentras atravesando grandes obstáculos y sientes que a pesar de mantenerte en movimiento es muy poco lo que avanzas?

Si quieres conocer cuál será tu destino y de qué depende que llegues a él, consulta el mapa de ruta que nos ha dejado Dios para que no nos extraviemos.

La palabra de Dios te servirá de brújula para que tu avance sea constante y firme.

No sigas dando vueltas sin sentido, busca la dirección de Dios para tu vida.

Solo en él podrás encontrar el sendero seguro y protegido hacia tu destino espiritual.

Amén.



Salmo 1:4-6 NVI

“En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento. Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos. Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición”. Salmo 1:4-6 NVI

¿Has visto alguna vez una mata de paja arrastrada por el viento?

Va de aquí para allá, gira hacia un lado y hacia otro sin ninguna clase de coherencia ni control, tanto cae en un fuego donde termina por quemarse, como en un precipicio ladera abajo o debajo de las ruedas de un vehículo.

No te distraigas… este es el modelo que Dios pone con relación al malvado.

¡Y tú qué estabas convencido que nunca les sucedía nada!

Además, no van a poder mentir ni sostenerse con sus artimañas el día en que Dios separe lo verdadero y genuino de lo falso e hipócrita y religioso.

Y, por si no fuera suficiente con todas estas cosas, él asegura que aquellos que viven en pecado no podrán mantenerse demasiado tiempo en las asambleas (eklesias - iglesias) de los justos.

Esta es la promesa en la cual deberemos confiar, veamos lo que veamos.

No haremos justicia nosotros con nuestras propias sabidurías y manos, lo dejaremos a él que es infalible para que la haga sin perjudicar por error algún justo.

Amén.



Salmo 1:4 NVI

“En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento”. Salmo 1:4 NVI

¡Qué contraste más marcado el que puede existir entre un fructífero y frondoso árbol sembrado junto a un caudaloso río, cuyas hojas jamás se marchitan y la seca y quebradiza paja que el viento arrastra a su antojo por doquier!

Al igual que esa inestable y voluble brizna de paja que incansablemente busca un lugar donde asentarse, finalmente el hombre malo no encuentra descanso para su ser.

Su existencia es un constante vaivén porque es incapaz de echar raíces y sus obras son estériles porque no hay vida que fluya en sus secos tejidos.

Un árbol sembrado a la orilla de un río tiene la ventaja de un suministro constante y seguro del agua y los nutrientes que le dan alimentación.

Sus verdes hojas rebosan de la maravillosa clorofila que retiene la energía que produce el sol y la convierte en sustancias que el árbol necesita para existir.

La estéril paja no siquiera sabe que es la vida pues hace mucho tiempo que dejó de ser un organismo vivo para convertirse en juguete del veleidoso e impredecible viento.

¿Cómo está tu vida hoy?

¿Eres víctima de las circunstancias que cual desarraigada y seca hierba azotada por el turbulento soplo das tumbos por doquier?

¿O te sientes como sólido roble, bien afirmado con poderosas raíces, preparado para enfrentar los huracanes más violentos?

La diferencia es clara y sólo se consigue cuando te acercas de todo corazón a la presencia del Señor Jesucristo.

Dios te dará la fortaleza necesaria y suficiente para resistir con firmeza cualquier viento de hostilidad con que el enemigo intente destruirte.

Aférrate a la roca que es Cristo y tu vida ya no será trastornada por los caprichos del enemigo.

Busca a Dios y sé feliz.

Amén.




Salmo 1:3 NVI

“Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!”. Salmo 1:3 NVI

La ilustración escogida por el salmista del árbol plantado junto al río es representativa del cristiano que está fundado firmemente en la palabra de Dios.

Un árbol plantado junto al río siempre tiene un terreno húmedo donde crecen sus raíces y raíces fuertes dan como resultado firmeza y buena alimentación.

La humedad necesaria para llevar los nutrientes hasta las ramas más altas del árbol está siempre presente en abundancia y por eso sus hojas jamás se marchitan y el árbol se mantiene en constante crecimiento y en continua fructificación.

¿Cómo está tu alimentación de la palabra de Dios?

¿Estás recibiendo nutrición adecuada o por el contrario te hayas en prolongado ayuno?

¿Estás creciendo o te encuentras en período de estancamiento?

¿Te estás alimentando como niño recién nacido de la leche pura de la palabra?

¿Puedes ya asimilar alimento sólido?

No descuidemos la lectura diaria de la palabra de Dios.

Éste es nuestro principal alimento y sin él estaremos estancados en nuestro crecimiento espiritual.

Avancemos hacia la madurez y produzcamos mucho fruto para dar cumplimiento al propósito eterno para el cual fuimos creados.

Amén.



Salmo 1:1, 2 NVI

“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella”.

Aquí está uno de los secretos del éxito de un hijo de Dios, la santificación. 

Santificación no significa que me van a salir un par de alas en la espalda y que mi cabeza se verá de pronto coronada con una aureola y que mis manos permanecerán unidas todo el tiempo en gesto de recogimiento y oración y que mi cara lucirá una expresión de… yo no fui. 

Santificación significa apartarse del mal para estar permanentemente en el camino que a Dios le agrada, el camino que nos lleva hasta él. 
 
Si tenemos a nuestra disposición la palabra de Dios. 
 
¿Para qué buscar el consejo de personas mal intencionadas? 
 
Si tenemos por delante un camino que nos conduce a Dios. 
 
¿Por qué tomar la senda de quienes desean estar alejados de Dios? 
 
Si estamos llenos de agradecimiento y alabanza a Dios por todas las bendiciones que hemos recibido de parte de él. 
 
¿Por qué unirnos a quienes tienen por costumbre y diversión maldecir y burlarse de Dios? 
 
La dicha del hombre está en conocer, meditar y deleitarse en la palabra de Dios. 
 
De ella recibimos sabiduría y conocimiento que es mejor que poseer todas las riquezas del mundo. 

Amén.