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Salmo 1:4 NVI

“En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento”. Salmo 1:4 NVI

¡Qué contraste más marcado el que puede existir entre un fructífero y frondoso árbol sembrado junto a un caudaloso río, cuyas hojas jamás se marchitan y la seca y quebradiza paja que el viento arrastra a su antojo por doquier!

Al igual que esa inestable y voluble brizna de paja que incansablemente busca un lugar donde asentarse, finalmente el hombre malo no encuentra descanso para su ser.

Su existencia es un constante vaivén porque es incapaz de echar raíces y sus obras son estériles porque no hay vida que fluya en sus secos tejidos.

Un árbol sembrado a la orilla de un río tiene la ventaja de un suministro constante y seguro del agua y los nutrientes que le dan alimentación.

Sus verdes hojas rebosan de la maravillosa clorofila que retiene la energía que produce el sol y la convierte en sustancias que el árbol necesita para existir.

La estéril paja no siquiera sabe que es la vida pues hace mucho tiempo que dejó de ser un organismo vivo para convertirse en juguete del veleidoso e impredecible viento.

¿Cómo está tu vida hoy?

¿Eres víctima de las circunstancias que cual desarraigada y seca hierba azotada por el turbulento soplo das tumbos por doquier?

¿O te sientes como sólido roble, bien afirmado con poderosas raíces, preparado para enfrentar los huracanes más violentos?

La diferencia es clara y sólo se consigue cuando te acercas de todo corazón a la presencia del Señor Jesucristo.

Dios te dará la fortaleza necesaria y suficiente para resistir con firmeza cualquier viento de hostilidad con que el enemigo intente destruirte.

Aférrate a la roca que es Cristo y tu vida ya no será trastornada por los caprichos del enemigo.

Busca a Dios y sé feliz.

Amén.




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