“Hijo
mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al
hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento”. Proverbios 5:1, 2
NVI
Uno
de los más altos valores que el creyente debe poseer y que lamentablemente no
sucede mayoritariamente así, es el de la discreción.
Aquí
se nos dice que ello es producto de un buen juicio (discernimiento) y sabiduría
de Dios, no humana.
Y
que sirve no sólo para conducirse debidamente dentro del propio pueblo, sino
además como método y fórmula para retener el conocimiento que tengamos.
Es
frecuente que un secreto que un hermano le cuenta confidencialmente a otro
buscando ayuda o consejo, sea en un par de días la comidilla de toda la iglesia
por causa de la falta de discreción de aquel que fue receptor de la
confidencia.
Ser
transparentes es uno de los problemas más serios que los cristianos afrontan en
este tiempo, ya que les produce no pocos inconvenientes a partir de ser
defenestrados por cuestiones que debían quedar en reserva para su solución.
¿Lo
peor?
Que
en muchos casos son los propios líderes los que no poseen esa discreción
mínima.
Amén.
0 comentarios:
Publicar un comentario