“Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y
ciencia brotan de sus labios. Él reserva su ayuda para la gente íntegra y
protege a los de conducta intachable. Él cuida el sendero de los justos y
protege el camino de sus fieles”. Proverbios 2:6-8 NVI
Nuestro Padre celestial nos protege muchas veces
interviniendo de manera física y personal para bloquear los ataques que el
enemigo de nuestras almas nos envía constantemente.
Otras veces él nos concede sabiduría, conocimiento y
ciencia para que nosotros mismos nos demos cuenta de los peligros que nos
acechan en nuestro transitar por este mundo.
Esa sabiduría, ese conocimiento y esa ciencia no son
cosas que se puedan alcanzar mediante la realización de estudios académicos.
Más bien, son dones que se reciben como parte de la
capacitación que Dios concede a quienes están sinceramente comprometidos con
llevar a cabo los planes que Dios tiene para ellos.
Para ello es necesario andar en constante comunicación
con Dios y esto sólo lo logramos acercándonos a él por medio de la lectura
diaria y constante de su palabra y por medio de la conversación que establecemos
con él cada vez que oramos.
Decir que amamos a Dios y no estar atentos a y
dispuestos a obedecer sus instrucciones es engañarnos a nosotros mismos y no hay
una mejor definición de necio que aquél que se auto-engaña.
Mantengámonos siempre en el sendero de la justicia, la
integridad, la buena conducta y la fidelidad a Dios.
Cuando nuestro Padre vea que estamos sinceramente
comprometidos con la venida y el establecimiento de su reino, él nos capacitará
para que podamos ser instrumentos útiles en sus manos.
Recordemos en todo momento que el centro de atención
es él y no nosotros.
Por eso no pongamos tanto énfasis en los problemas que
nos aquejan y tornemos nuestra mirada a aquél que tiene la solución en sus
manos.
Enfilemos las baterías hacia el cumplimiento de la
perfecta voluntad de Dios en nuestras vidas.
Con la ayuda de nuestro Señor Jesucristo y su Espíritu
lo lograremos fácilmente.
Amén.
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